Trauma
El trauma es una respuesta emocional intensa a eventos que desbordan nuestra capacidad de asimilación y procesamiento, como accidentes, abusos, violencia o desastres naturales. "El trauma no es el evento en sí mismo, sino lo que ocurre dentro de nosotros como resultado de lo que sucedió" (Maté, 2019). Cuando ocurre un evento traumático, nuestra mente puede quedar atrapada en un estado de shock o negación para protegerse de la magnitud de la angustia. Sin embargo, estos mecanismos de defensa iniciales pueden convertirse en síntomas duraderos cuando el trauma no se aborda adecuadamente.
El trauma afecta a las personas de maneras diversas, con una amplia gama de manifestaciones físicas y emocionales. Entre los síntomas más comunes a largo plazo se incluyen:
Flashbacks, donde la experiencia traumática se revive con intensidad.
Cambios emocionales profundos, como ansiedad persistente, enojo, sentimientos de vacío o disociación.
Dificultades en las relaciones, debido a la desconfianza o a una tendencia al aislamiento.
Síntomas físicos frecuentes, como dolores de cabeza, náuseas y trastornos del sueño.
Según estudios de la American Psychological Association, aproximadamente el 20% de las personas que atraviesan eventos traumáticos desarrollan Trastorno de Estrés Postraumático (TEPT). Este impacto es particularmente elevado en quienes han sufrido abuso o violencia, con implicaciones a largo plazo en su bienestar emocional y relacional.
El trauma en la infancia
La respuesta al trauma en la infancia es especialmente sensible, ya que los niños no cuentan con los mismos recursos emocionales que los adultos para comprender y procesar estas experiencias, especialmente en cuanto al lenguaje y la madurez cerebral. Algunos niños pueden expresar su dolor de inmediato, mientras que otros presentan síntomas meses o años después. La infancia, además, es una etapa de desarrollo crucial, y el impacto de un trauma no procesado puede persistir y transformarse en desafíos emocionales en la adolescencia y adultez.
El trabajo implica una comprensión profunda del sufrimiento humano. Un enfoque que permite que la persona identifique la raíz de sus emociones, el efecto que queda dentro como resultado de lo sucedido para poder comprender los patrones de su dolor y comenzar a crear una narrativa distinta, que permita un camino de sanación y autenticidad. La empatía y la autocompasión son esenciales en este proceso, ayudando al paciente a reencontrarse con su sentido de agencia y disminuir el efecto que este evento ha tenido en su vida.
¿Qué hacer si te sientes afectado?
Si sientes que el trauma ha dejado una huella en tu vida y experimentas algunos de estos síntomas, recuerda que no estás solo en este camino. Hablar con un profesional de la salud mental, especializado en trauma puede ayudarte a comprender y procesar tus experiencias de una manera compasiva y sin juicio. Considera dar el primer paso hacia tu bienestar buscando un espacio seguro para explorar tus emociones.